Os
voy a contar una historia que le pasó a un niño llamado Miguel, en una
excursión con su colegio, cuando estaba en quinto de primaria.
Aquella
mañana, Miguel fue de excursión al parque del Retiro, situado en Madrid, donde
hacía un aire increíble. Estaba con sus compañeros y su profesora. Se sentó en
un banco del parque, para atarse los cordones rojos que eran nuevos, entonces vio
que estaba muy rezagado del grupo, fue a levantarse rápido cuando descubre que una
estatua enorme de Pío Baroja le está hablando, tardó en reaccionar porque no se
lo creía, y además le encarga una misión muy difícil, intentar que en el parque
del Retiro no se tire basura al suelo, ya que había muchos vasos de tubo en el
suelo, muchos papeles y demás residuos alrededor de las papeleras, y así
transformar el parque en un lugar acogedor para todos.
Miguel,
poco a poco, irá haciéndose más amigo de Pío, y descubrirá como todos los días
las estatuas del Parque, tanto pequeñas como grandes, cobran vida, y se
relacionan entre ellos, disfrutando del paisaje de dicho parque.
Con
el paso de los días, Miguel, con su familia, acudía al parque para dar un paseo
e intentar cumplir con la misión que le dijo Pío, y cuando podía se alejaba un
poco para poder hablar con él y que le contase historias del parque.