CRÍTICA LIBROS DE PRIMARIA


Si no adaptamos los adelantos a nuestra manera de proporcionar aprendizaje, estamos abocados a la obsolescencia; y si dejamos que los adelantos vayan por delante de nosotros en lugar de ir de la mano, estamos abocados a no saber por dónde va ni saber usarla. De esta complicada mezcla puede surgir el éxito en la elaboración de los materiales para el desarrollo del aprendizaje de los alumnos. Nos hemos encontrado con 6 libros de texto basados en el aprendizaje de estilo directo, con muy poca participación activa por parte del alumnado y poca creatividad a la hora de desarrollar actividades, ¿dónde están las actividades de animación a la lectura? ¿Dónde el uso del teatro para desarrollar mil y una capacidades? ¿Dónde… tantas actividades de las cuales estamos “hartos” de escuchar a nuestros profesores que las debemos desarrollar en las aulas?
Quizá seamos unos idealistas de la educación, o que tengamos demasiadas ganas de hacer las cosas requete bien, ¿pero no sería mejor programar las actividades al revés de como se suele estar haciendo? Nos explicamos, hemos revisado y re-revisado, incluso, re-re-revisado los objetivos y bloques de contenidos para la etapa de primaria y muy bien, esos contenidos se suelen trabajar en los libros, ¿pero qué hay de las competencias básicas, esos aspectos que son lo realmente importante en el desarrollo integral de los alumnos? En teoría a partir de la LOE de 2006 se empezaría a trabajar no tanto por contenidos y sí por Competencias Básicas. Pues sí que están presentes en alguna actividad, pero deberían estar en la mayoría o incluso en todas. Si vamos al proyecto educativo de EDEBÉ para el área de Lengua Castellana nos encontramos con que todo es muy bonito, que todo se trabaja de la manera más efectiva y mejor de todo el mundo con ellos, pero en cuanto rascas un poco, y nos referimos rascar a abrir un libro, nos encontramos con lo de siempre, ejercicios de siempre, muy poco motivadores, en el que el protagonista no es el alumno. Nuestra propuesta es partir de las competencias básicas de manera real y organizar los contenidos a raíz de ellas. Si trabajamos el aprender a aprender que no le demos tan hechas las cosas a los alumnos, si trabajamos la comunicación lingüística que la protagonista sea la voz de los alumnos y su forma de expresión, si trabajamos la Autonomía e iniciativa personal, que les demos la suficiente libertad para que sean capaces de desarrollarla, que no nos basemos en mandar ejercicios del libro, que no sea nuestro ritmo de trabajo el que marca el libro, sino el de los alumnos. Y claro todo esto nos lleva a una cosa, que quizá no haya libro malo (o malo del todo), sino maestro que no lo sabe adaptar a sus alumnos, y a partir de aquí entonces nos surge otra duda, ¿será realmente necesario un libro? Lo que tenemos claro es que lo imprescindible es un buen maestro que sea capaz de hacer de un libro cualquiera, una herramienta óptima para el trabajo con sus alumnos.

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